1881*
Hemos dejado la tiza, la tinta y la pluma, el cielo de Lima se ha vuelto mas gris, como ahora, el alma de todos nosotros, haciendola pesada mas húmeda que cualquier verano de febrero frente al malecón. Lloran las mujeres, llora ella por su futuro pegado a su espalda, llora ella porque nadie mas podrá recoger su pañuelo del suelo, lloras tu porque jamas me oirás que siempre quise quererte y te querré. Lloras tu, porque a la vida me trajiste con esperanza y a la muerte me ves partir, con un orgullo que me corta la garganta. Hemos dejado las sillas a medio terminar, las tareas sin puntos y sin comas, hemos detenido los depositos y las cuentas, hoy en vez de sembrar lúcuma, en la tierra, plantaremos cuerpos inertes por el metal, con su propósito solo de abono. Hemos dejado a nuestras hijas, a nuestras hermanas, a nuestras madres, hemos dicho “Que sea lo que Dios quiera”, pero nadie lo ha visto; ni colgado de los Ficus, o cayendo estripitoso con el caudal del Rimac, es solo el invasor que llega, buscando entrar a la casa de todos y prenderle fuego. Hemos dejado los trajes, las capas, el sombrero del domingo y nuestros relojes en las cunas de nuestros hijos, nos llevamos las fotos, las cartas, las sonrisas, convencidos de nuestro valor.
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*Nota de autor en Comentarios.
*Nota de autor en Comentarios.